José Ignacio toma su nombre del primer poblador de la zona, un “abridor de caminos” enviado por la Corona Española para llevar mercaderías portuguesas a Maldonado, en 1728. Como no podía ser de otro modo, José Ignacio se hizo pescador, fundando una tradición pesquera que predominaría en el balneario hasta que fuera descubierto, hace pocos años, por el más selecto jet set internacional.
La historia oficial del pueblo comenzó en 1877, cuando se construyó el emblemático Faro, con el fin de evitar los naufragios tan frecuentes en esta zona brava del Atlántico. En 1917, el agrimensor Eugenio Martínez hizo el primer loteo de terrenos, previendo el brillante futuro turístico del balneario, un futuro que pocos acreditaban.
Por muchos años, sin embargo, José Ignacio fue un destino solitario y escondido, impulsado solo por visionarios arriesgados como Juan Valenza, quien instaló la primera inmobiliaria y se mudó allí de forma permanente. Las construcciones empezaron a multiplicarse, combinándose las casitas de pescadores con las residencias cada vez más lujosas de los veraneantes pudientes. Los famosos empezaron a refugiarse en las chacras marítimas que rodean José Ignacio, en busca de esa mezcla perfecta entre lujo y serenidad. Pese al desarrollo turístico, todo conserva ese aire pintoresco de pueblo costero que convierte a José Ignacio en un destino único.
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