Son incontables los naufragios que se han producido frente a las costas de Rocha a lo largo de la historia, desde los tiempos de Juan Díaz de Solís. Estas tragedias forman parte de la identidad histórica de Rocha, dejando su huella en las tradiciones y la cultura. Los faros de La Paloma y Cabo Polonio han prevenido los hundimientos durante el último siglo, pero aún hoy los locales cuentan leyendas de piratas, tesoros escondidos y barcos hundidos de los orígenes de la zona. Algunos restos de las embarcaciones pueblan el fondo marino, mientras otros permanecen en las playas como testimonio de su abrupto final. De esta forma los naufragios de Rocha se incorporaron al circuito turístico como otro atractivo, con sus historias y sus misterios.
Historia de los naufragios en Rocha
No se sabe a ciencia cierta cuántos naufragios hubo en estas aguas, ni cuántas fueron las víctimas o los sobrevivientes, pero cada uno de ellos permanece vivo en la cultura de la costa rochense.
El primer naufragio que se conoce es de 1516, el barco de Francisco Torres, perteneciente a la expedición de Solís. Luego de este suceso no se guardan informes sobre otros similares hasta 1842, cuando se hundió en Valizas la fragata portuguesa Leopoldina Rosa. En 1869, también en Valizas, naufragó el barco inglés Bessie Hanton. Hubo un sobreviviente que permaneció en el pueblo San Vicente (actualmente Castillos), que cambió su nombre de Peter Annacker por el de Pedro Amonte. Se convirtió en un ciudadano notable: creó bibliotecas, escuelas, una banda musical, curó enfermos y murió sin develar sus secretos.
En 1875 se hundió frente a Aguas Dulces el barco Arinos, que llevaba un cargamento de monedas de oro destinadas al pago de las tropas en Matto Grosso. En 1878 el Astarte chocó contra las islas de Cabo Polonio. Del choque sobrevivieron apenas dos hombres que llegaron al Cabo Santa María.
En 1892 naufragó el acorazado brasileño Solimoes, donde murieron 123 personas. También la nave militar argentina Rosales, donde se salvaron 20 tripulantes. Este naufragio tiene una historia trágica, pues la tropa habría sido encerrada en las bodegas porque no existían botes salvavidas para todos, lo cual provocó que su capitán fuese enjuiciado.
En 1907 se hundió el Poitou frente a la playa de Las Garzas, cerca de La Paloma. Era un barco a vapor de 2.900 toneladas proveniente de Marsella. Los pasajeros eran mayoritariamente franceses, italianos y españoles. Una sudestada sorprendió al barco, que inmerso en la niebla confundió el faro de Santa María (Rocha), con el de la Isla de Lobos (Maldonado), girando al oeste, lo que ocasionó que encallara en las costas de Rocha. Nunca se pudo determinar el número de víctimas. El rescate de los pasajeros se realizó por parte de los vecinos de la zona, que tendieron cuerdas entre el navío y la playa, transportando a las víctimas en una caja de madera, a modo de aerocarril.
En 1939, el carguero alemán Olinda fue interceptado por el crucero británico HMS Ajax. El Olinda abrió las válvulas para hundir el navío, lo que se sumó a los disparos del Ajax, que se encargó de rescatar a todos los tripulantes. En 1944, naufragó el buque argentino Juan Traversa. En 1965, frente a Aguas Dulces ocurrió el naufragio de la nave -también argentina- Francisco Rocco. En 1971 se produjo el hundimiento del Cathay 8, de Taiwán, cuyo esqueleto se ve hoy en la Playa El Barco de La Pedrera.
Además del emblemático barco de La Pedrera, se pueden ver otros vestigios de embarcaciones en distintas playas de Rocha. En la Barra de la Laguna de Garzón se conserva todavía la caldera de un barco desconocido; mientras que entre Valizas y Cabo Polonio están los restos de la barcaza Don Guillermo, encallada en 1952.
En Aguas Dulces pueden verse los restos de diversos naufragios como el bergantín goleta Junior de 1889 y el vapor inglés Grandor de 1884. Unos 15 kilómetros más adelante están los restos del carguero Cocal, encallado en 1969. En La Coronilla descansa el vapor Porteña, secuestrado por revolucionarios armados en 1873. Se cree que oculta un tesoro bajo sus restos.