Montevideo lleva casi tres siglos de historia, que se respiran en muchos de sus rincones y pueden apreciarse en varios museos y monumentos. El proceso de fundación de la ciudad fue iniciado en 1723 por Bruno Mauricio de Zabala, Gobernador del Río de la Plata, para expulsar a los portugueses que habían edificado el Fuerte de Montevideu en torno a la Bahía. La Plaza Zabala en la Ciudad Vieja posee un monumento ecuestre en honor al fundador de la ciudad.
Breve resumen de la historia de Montevideo
Los primeros pobladores de la ciudad fueron familias de origen español, llegadas desde Buenos Aires, centro colonial en esta región del continente. El primer plano y padrón de la ciudad (obra de Pedro Millán) data de 1726, cuando se la llamó “San Felipe y Santiago de Montevideo”. En ese tiempo empezaron a llegar los primeros colonos desde las Islas Canarias. Durante la época colonial, la condición de Montevideo como principal puerto del Río de la Plata generó varios enfrentamientos con Buenos Aires, la capital del Virreinato.
La Ciudadela de Montevideo fue construida a lo largo de 40 años. Como muchas otras ciudades coloniales de América, tenía una Plaza de Armas en el centro, frente a la Iglesia y el edificio de gobierno (la actual Plaza Matriz, la Catedral y el Cabildo). La ciudad estaba rodeada de gruesos muros con un gran portal de entrada, de los que hoy es testigo la emblemática Puerta de la Ciudadela sobre la Plaza Independencia.
Las Invasiones Inglesas de 1807 marcaron la historia de la ciudad, liberada por tropas orientales ese mismo año. Su consideración de “Muy Fiel y Reconquistadora” se mantuvo durante las Revoluciones de Mayo de 1810 (en Buenos Aires), cuando la ciudad permaneció fiel a la corona española, que instaló su sede allí. Fue una época de crecimiento para la aún pequeña ciudad.
En 1816, Montevideo empezó a funcionar como departamento y se convirtió en la primera división político-administrativa de la antigua Banda Oriental. En 1828, el nuevo Estado Independiente establece a Montevideo como su capital. Tras la Jura de la Constitución en 1830, se empieza a proyectar la “Nueva Ciudad” más allá de los límites de la Ciudadela. La actual Ciudad Vieja fue durante muchos años el núcleo cultural, financiero y económico de la capital, por lo que conserva hoy una gran riqueza arquitectónica y algunos de los más fascinantes ejemplares del estilo Art Decó, símbolo de su antiguo esplendor.
A principios del siglo XX, grandes oleadas de inmigrantes europeos (sobre todo españoles e italianos, pero también franceses, alemanes, armenios, húngaros, ingleses y judíos de varios países) convirtieron a Montevideo en una ciudad cosmopolita y multicultural, a lo que se sumó el aporte de los negros esclavos traídos durante la época de la Colonia. Durante el siglo XX la ciudad se fue expandiendo a lo largo de la bahía, la costa este y el norte; un crecimiento no demasiado planificado y con varios establecimientos lejos del centro. Localidades independientes como La Teja o Villa del Cerro se fueron anexando como barrios montevideanos.
La construcción de la Rambla en 1910 dio un rostro muy característico a la ciudad, aprovechando la belleza de las playas que la rodean. Entre la década del 20 y el 30 se edificaron varios monumentos emblemáticos de la ciudad, como el Palacio Legislativo, el Estadio Centenario y el monumento Artigas en la Plaza Independencia. Las décadas siguientes, la ciudad alternó varios periodos de crisis y prosperidad. Actualmente, con más de un millón de habitantes, Montevideo se mantiene como una de las capitales con mayor calidad de vida en América Latina.